DI ADIOS A LO MUNDANO Y SE FELIZ
Sinceramente dejar lo mundano es tan dificil, especialmente a nosotras las mujeres nos cuesta tanto mas cuando estamos metidas en el mundo de la vanidad; que las uñas, el pelo, los ojos, los pies, las piernas etc. Una cosa es el cuidado personal porque hay que hacerlo para sentirno limpias y confiadas, pero eso de que me tengo que ver en el espejo cada 5 minutos, eso no es normal, es una grave obseción y tenemos que tener cuidado de no caer en esas cosas porque al final son mundanas; en cambio con los chicos es diferente ya que ellos si tienen sus limites en cuanto a su imagen, se arreglan solo lo necesario y son felices pero muchos estan obsecionados que el carro del año, el ultimo teléfono, los zapatos de fulano, que la cervecita, el cigarro, party party party, y desafortunadamente ya hay muchas mujeres que estan caendo en cosas como esta que antes solo era problema de los hombre, y sinceramente las chicas se ven fatal fumando, tomando ish que asco, ahi aparecen las chicas en las redes sociales enseñando la botella, chicas cuiden su imagen.Los valores se estan perdiendo y con ellas la dignidad humana a causa de lo mundano.
La actividad mundana no entra en el plan de Dios para salvar las almas, los cristianos católicos hemos de cambiar, dejando de lado todo lo que hay de malo y corrompido en nuestro corazón, dejarnos sanar por el Espíritu Santo, y no volver a lo mundano, necesitamos esa vida en Cristo, pero no solo a ratos, sino perseverando en su amor, siendo constante en la oración, en las obras de caridad, según la vocación personal de cada cual. Pero no entra en esa vocación la división del corazón entre Dios y lo mundano, no es posible así. Si un corazón se entretiene en lo que no está considerando por camino de santidad, se engaña así mismo.
fuente: http://salvacionenlaiglesiacatolica.blogspot.com/2012/05/la-santa-misa-como-vivirla-arrancar-lo.html
Tres son los enemigos: demonio, mundo y carne. Los tres se oponen a que Dios salve al hombre, los tres tratan de impedir que Dios haga que en Cristo, el nuevo Adán, vuelva el hombre a nacer como una nueva criatura, de modo que por la gracia del Espíritu Santo sea sanado y elevado a la vida divina, sobre-humana y sobre-natural. Como el Concilio de Trento enseña , por el pecado original perdió el hombre el estado primero de santidad y justicia que le guardaba en la unión con Dios, incurriendo en su ira y en la condición mortal, y cayendo «con la muerte en el cautiverio bajo el poder del […] diablo; y que toda la persona de Adán por aquella ofensa de prevaricación fue mudada en peor, según el cuerpo y el alma» (1546: Denz 1511). Expuesta ya la significación bíblica y cristiana del término mundo, explico ahora demonio y carne.
–El demonio, o mejor, los demonios, son los ángeles caídos, que combaten contra la obra de Dios: combaten contra la creación, procurando trastornarla y destrozarla, y contra la obra salvadora de Cristo, intentando por todos los medios impedirla y falsificarla. Por eso, cuando en el Padrenuestro pedimos a Dios líbranos del mal (liberanos a Malo), somos conscientes de que «el mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios» y a su obra de gracia entre los hombres (Catecismo 2851). Acerca de la existencia y la acción del demonio pueden verse en este blog varios artículos (16-18).–La carne, el hombre carnal, es el hombre, en alma y cuerpo, tal como viene de Adán: como criatura, limitado, y como pecador, inclinado al mal y débil para el bien, «mudado en peor en cuerpo y alma».
La gracia de Cristo, por la comunicación del Espíritu Santo, hace que los hombres carnales, animales, «los que no tienen Espíritu», vengan a ser hombres espirituales (Sant 3,15; 1Cor 2,14; 3,1); que los hombres viejos se hagan nuevos (Rm 6,6; Col 3,10; Ef 2,15), vuelvan a nacer (Jn 3,4-7); que los terrenos vengan a ser de verdad celestiales (1Cor 15,47); y, en fin, que los hombres adámicos, pecadores desde Adán, vengan a ser cristianos (Rm 5,14.19; Hch 11,26), animados por el espíritu de Cristo.Pero el hombre carnal se aferra a sus propios modos miserables de pensar, de esperar y de amar, resistiéndose así al Espíritu Santo, que quiere purificarle y renovarle todos esos modos en fe, esperanza y caridad. Ya se ve, pues, que sin la mortificación de la carne, es imposible la renovación en el Espíritu. Sin participar de la Pasión de Cristo, muriendo al hombre pecador, no hay modo de participar de la resurrección de Cristo, renaciendo y creciendo día a día en su misma vida.
Tres combatientes aliados en una misma guerra. Demonio, mundo y carne combaten unidos contra el Espíritu, contra el hombre. Cada uno de ellos lucha a su modo, y no puede ser vencido si no son vencidos los otros dos.
–La carne y el mundo vienen a ser lo mismo: uno y otro son el hombre, herido por el pecado, considerado personalmente (carne) o colectivamente (mundo). Y actúan, por supuesto, en complicidad permanente. De hecho, un cristiano carnal apenas siente la cautividad del mundo, porque él mismo es mundano. Pero en cuanto la gracia lo despierta espiritualmente y comienza a tender hacia la perfección, experimenta juntamente el peso de la carne y la resistencia del mundo. Antes, cuando no buscaba la perfección evangélica, carne y mundo le eran tan connaturales que apenas sentía su carga y atadura. Pero ahora advierte, como dice el Vaticano II, que no se puede ir con Cristo adelante y hacia arriba sin «llevar el peso de la cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia» (GS 38a).
–Mundo y demonio, por su parte, actúan también íntimamente unidos. El mundo resiste al Reino, y condiciona al hombre en sus pensamientos y caminos, procurando engañarlo, pervertirlo y situarlo bajo el influjo del diablo. Ya sabemos que el demonio es llamado en la Escritura el «príncipe de este mundo» (Jn 12,31), más aún, el «dios de este mundo» (2Cor 4,4). Él es el Dragón infernal que da una formidable potencia a la Bestia mundana para combatir a los cristianos, a «lo que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús» (Apoc 12-13).
fuente: http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1111030909-160-de-cristo-o-del-mundo-li